POESÍA

PINCELADAS DEL ALMA

FEDERICO GARCÍA HAMILTON

(Autores de Argentina – Buenos Aires)

Un rumor de horizonte cerreño pincela el cielo raqueño, donde el tiempo a veces se detiene para que florezcan coplas en la tierra. “Andaba yo por mis cerros y el Aconquija me habló, con hondura de puestero y voz de picaflor. Si el eco de tus sentires queda en mi senda hecho copla, al viento se lo daré que lo cargue en sus alforjas”, rezan dos coplas del poeta, que rumia la sensibilidad en sus adentros.

Las voces parecieran gajos de versos que caminan estas pinceladas del desvelo. Evocaciones, pensamientos, desparraman afecto en familiares, amigos, lugareños de Raco y de otros rincones serranos, como doña Basilia, puestera de Guasancho Hondo (“pedimos Dios que esta noche cuando levanten la vista, sus ojos de tan celestes sean estrellas encendidas”); o el romance de un jefe de correos y una directora de escuela que unieron en otro tiempo las manos de sus corazones; una zamba, cuyo texto es del poeta, los riega (“veinte años de amor vivieron en la sencilla estafeta, entre cables, telegramas, pizarrones y carpetas, que se empreñaron de versos en recreos de luna de llena”).

El cariño por don Ata rueda en tiempo raqueño (“y yo que sueño mientras camino voy por las cumbres que él recorriera, a ver si el viento, que era su amigo, me va indicando cuál es su huella”). Los versos cuentan siempre historias de momentos vividos con amigos o conocidos que han tocado la fibra del vate; hablan de duendes, de los secretos del monte (“¿qué coplas habrán dejado los hacheros en mis montes? Tal vez las encuentre un día hechas flor en los cardones”). Reflexionan sobre actitudes de figuras públicas (Messi, Máxima de Holanda); enhebran acrósticos para cantores, músicos, poetas, deportistas, montañistas, médicos, sacerdotes (Rafa Lencina, Jorge Rodríguez, Josué Escudero, el Coya Melano, Martín Alemán, el Pato Gentilini, Rubén Cruz, José Montini, Oscar Terán…)

Las coplas espirituales hablan de Dios y la Virgen, del pesebre, de Cristo hombre, de la quemazón de Notre-Dame, del monasterio de El Siambón; otras de la muerte, de lo esencial (“ quizás debamos abrir un poquito nuestras mentes, pa’ no juzgar por lo externo el corazón de la gente”) o son de agradecimiento. Estas páginas cobijan versos, musicalizados por Hernán Terán, el Coya Miguel Melano, el Colorao Rodolfo Herrera, Andrés Vilte, entre otros; expresan a un ciudadano cansado, desilusionado de nuestra dirigencia (“con sus caritas de buenos… ¡cachafaces, sabandijas! ¡Cuando gobiernan te afanan, en campaña te acarician…! ¿Cuánto vale su palabra? ¿Qué valores tienen ellos? ¡Sus principios son de arena, se acomodan con los vientos!”), de la justicia, del dolor por la patria, del orgullo por las muchas virtudes de Tucumán (artistas, paisajes, producción), también de las vergüenzas (“es pobreza en abundancia, es desidia, suciedad, y es la droga que arremete en toda la sociedad. Es el no poder confiar ni siquiera en la justicia, es también corrupción que uno ve que no termina”).

De esto nos habla el mentor de estas “Pinceladas del alma”, Federico García Hamilton, para quien el poeta es un minero de almas. En su casa raqueña de Los Guayacanes, nacieron muchos de estos versos sobre variados asuntos de la sensibilidad, la observación y el pensamiento, que fluyen con naturalidad a lo largo libro, cuya portada está ilustrada con una decidora pintura de su hermana Paula. “En la costilla de una nube raqueña, empinando un vasito e’ crestón, un tero tero dice: ¡salute, don coplero García Hamiltón!” Coplas con alma que son un abrazo de amor a la vida.

© LA GACETA

ROBERTO ESPINOSA